Una abuela estaba vendiendo huevos en el mercado cuando un gamberro local se acercó y rompió su mercancía: todos quedaron en shock cuando un joven con traje intervino en la situación.

Interesante

Una abuela estaba vendiendo huevos en el mercado cuando un gamberro local se acercó y rompió su mercancía: todos quedaron en shock cuando un joven con traje intervino 😱😱

La abuela llevaba muchos años vendiendo sus huevos caseros en el mercado. Cada día traía cuidadosamente recogidos en cubos los huevos blancos y marrones que ponían sus queridas gallinas. Su voz sonaba clara y confiada:
—¡Huevos frescos de mis gallinas! ¡Acérquense, no se arrepentirán!

Una joven se acercó al puesto, sonrió y tomó una docena.
—Dios te bendiga, abuela —dijo, y se fue abrazando la bolsa al pecho.

La abuela apenas había recuperado el aliento cuando apareció un joven gamberro del lugar. Todos lo conocían: descarado, desempleado y amante de los escándalos.
—Bueno, vieja, ¿me vendes los huevos a mi precio, eh? —se burló.
—Si ya casi los doy gratis… —respondió la abuela en voz baja, tratando de no discutir.
—¡A mi precio! ¡O me los llevo igual! —gritó el joven.

La anciana levantó las manos, con lágrimas en los ojos.
—Hijo, no hagas daño… Mi marido está enfermo, lo espera en casa. No tiene ni pan…

Pero él, como si no escuchara, apretó los puños y, enfurecido, agarró un cubo con huevos. Lo lanzó contra la pared: las claras y yemas se derramaron por las piedras. La abuela gritó:
—¡Señor, por qué! ¡Llévatelo, llévatelo, solo no pegues más! ¡He trabajado horas…!

El joven sonrió y se dirigió a otro cubo, dispuesto a llevárselo.

En ese momento, un hombre con un elegante traje se acercó al puesto. Destacaba en el mercado: bien vestido, seguro de sí mismo, con un reloj caro en la muñeca. Se detuvo observando la escena, y lo que hizo dejó a todos en shock 😱😨

—Pon el cubo en su lugar —dijo, calmado pero firme, al joven.
—¿Y a ti qué te importa? —replicó el gamberro, pero el hombre dio un paso adelante.

El hombre sacó su cartera, contó varios billetes grandes y se los puso en la mano temblorosa de la abuela.
—Compro todos tus huevos. Incluso los que se rompieron. Considera que hoy has tenido tu mejor venta.

La gente alrededor quedó boquiabierta. La abuela no podía creerlo y solo susurraba:
—Dios lo envió…

El gamberro intentó huir del mercado, pero el hombre lo detuvo.
—Espera. ¿Te gusta tomar lo de otros sin pagar? —preguntó.

El joven calló y desvió la mirada.

—Entonces me aseguraré de que todos sepan qué “héroe” eres.

Llamó a su guardia y, frente a la multitud, contó cómo el joven había roto el cubo de huevos y humillado a la anciana. El guardia, un hombre grande y musculoso, lo sujetó y lo sacó bajo los silbidos y reproches de los compradores.

Desde ese día, el mercado estuvo cerrado para el gamberro. Nadie quería tener nada que ver con él.

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