Un niño renuncia a los zapatos con los que soñaba para comprarle unas botas a un compañero de clase pobre. Poco después, un camión se detiene frente a su casa para recompensarlo.

Interesante

David, un niño de 12 años, estaba emocionado porque finalmente había ahorrado lo suficiente para comprarse un nuevo par de zapatillas deportivas. Sin embargo, decidió usar ese dinero para comprarle unas botas a un compañero de clase cuyos zapatos estaban destrozados. Lo que no sabía era que su amabilidad sería recompensada de una manera inesperada.

David siempre buscaba un asiento junto a la ventana en el autobús escolar cuando volvía a casa. Como de costumbre, abrió la ventana y dejó que la brisa de la tarde acariciara su rostro mientras revivía cada momento del partido de ese día.
«¡Increíble lo que hiciste en el campo hoy!», exclamó un compañero. «¡Creo que tenemos a un futuro jugador nacional en nuestro equipo! ¡Consigan sus autógrafos mientras puedan!», bromeó otro, dándole una palmada en el hombro.

El mayor sueño de David era jugar algún día para su país y hacer historia como sus ídolos del fútbol. Podía imaginarse el dulce sabor de la victoria y el orgullo de sostener el trofeo del campeonato con su equipo mientras las cámaras lo enfocaban. David ya planeaba qué decir frente a los reporteros: cómo venía de una familia humilde y cómo todo se lo debía a su madre.

«Disculpa, ¿puedo sentarme aquí?» David estaba tan inmerso en sus sueños que no notó que un compañero le pedía permiso para sentarse a su lado. El niño, que sostenía su mochila contra el pecho, también soñaba despierto.
«Quiero ser el mejor futbolista de la escuela. Igual que David. ¡No puedo creer que esté sentado a su lado!», pensó el niño, admirando en silencio a su ídolo.

Gabriel, como se llamaba el chico, quería jugar como David, tener amigos y usar esas zapatillas deportivas modernas que él tenía. Pero sus propios zapatos viejos y desgastados eran todo lo que tenía, y trató de ocultarlos bajo el asiento. Finalmente, reunió el valor para hablar con David.
«¡Hola, David! Me llamo Gabriel. ¡Soy tu mayor fan!»
«¿Oh? Hola, Gabriel. Gracias», respondió David.
Después de un silencio, Gabriel dijo tímidamente: «¡De verdad me gustan tus zapatos!».

«¿Estos? Ya están bastante viejos, y la suela está a punto de despegarse. Deberías ver los nuevos que voy a comprarme pronto…», respondió David con entusiasmo, pensando en las zapatillas por las que había ahorrado durante meses.

Esa noche, David planeaba ir a la tienda a comprar los zapatos de sus sueños. Pero en el autobús, un bache hizo que uno de los zapatos de Gabriel cayera al suelo. David lo vio sorprendido: la suela estaba llena de agujeros, el tejido estaba roto y no tenía cordones. Gabriel, avergonzado, dejó caer también el otro zapato y escondió su rostro entre las manos, tratando de contener las lágrimas.

David sintió un nudo en la garganta al ver a su compañero. En ese momento, algo cambió en él. Decidió renunciar a sus preciadas zapatillas y usó su dinero para comprarle a Gabriel unas botas nuevas.

Poco después, la bondad de David fue recompensada de una manera que nunca imaginó: un camión se detuvo frente a su casa, trayendo una sorpresa que cambiaría su vida.

Оцените статью
Добавить комментарий