La primera traición de Pavel: una lección que recordó toda su vida
Desde la infancia, Pavel se sintió inseguro por su baja estatura. En el jardín de infancia era el más pequeño; incluso las niñas parecían más altas que él. No tenía amigos, jugaba solo y, cuando otros niños le quitaban sus juguetes, se callaba y aguantaba, sin quejarse nunca a sus padres.
En la escuela, nada cambió. Lo llamaban «enano», se burlaban de él y él solo apretaba los puños con más fuerza. Cuando las burlas se volvieron insoportables, pidió a sus padres que lo inscribieran en una escuela de deportes.

Años después, era irreconocible. Creció, se fortaleció y su cuerpo se volvió musculoso y tonificado. Ya en noveno curso, las chicas comenzaron a interesarse por él, pero Pavel recordaba todas las humillaciones de su infancia y no quería dejar que nadie se acercara demasiado.
El primer amor y la primera decepción
Cuando ingresó a la universidad, su vida cambió. Se volvió más seguro de sí mismo, hacía amigos con facilidad y las chicas mostraban interés por él.
Así conoció a Aliona, una estudiante que alquilaba un apartamento. Al principio, solo la acompañaba hasta su edificio, pero un día ella lo invitó a subir. Así comenzaron su relación.
Sin embargo, esto no le traía verdadera felicidad. Siguiendo los latidos de su corazón, un día Pavel le propuso:
— Casémonos.
Pero Aliona se rió.
— ¡Pasha, tienes toda la vida por delante! Eres atractivo, atlético y, créeme, tendrás muchas chicas. Puedes salir con quien quieras y luego elegir la mejor.
— ¿Hablas en serio? —su voz se volvió fría.
— ¡Por supuesto! —respondió ella con indiferencia—. Tengo un prometido. Es el más guapo y rico de nuestro barrio y me envía dinero regularmente para que no tenga que vivir en una residencia estudiantil. Nos vemos solo en vacaciones, y contigo paso las noches.
Sus palabras le atravesaron el alma.
— ¿Entonces solo soy un pasatiempo temporal? —preguntó con amargura.
— ¡Pasha, en serio me gustas! Pero tú también lo entiendes, ¿no?
Pavel se levantó y empezó a recoger sus cosas.
— ¿Te ofendiste? —sonrió Aliona, mirándolo con indiferencia—. Bueno, al menos ahora conoces la verdad. Solo no confíes en las chicas tan rápido. Conócelas mejor antes de abrirles tu corazón.
Pavel salió sintiéndose utilizado.
El calor del hogar en lugar de ilusiones rotas
Al llegar a casa, dejó su maleta en la puerta.
— Hijo, ¿qué pasó? —preguntó su madre con preocupación—. ¿No habrá boda?
— No. —respondió con sequedad, sacando el anillo de su bolsillo—. Toma, te servirá más a ti que a mí.
Su madre lo miró con tristeza.
— Es un anillo hermoso. Lo usaré yo misma —suspiró—. Ven a la cocina, hice tus empanadas favoritas y preparé té con menta. Nos sentamos y charlamos.
Pavel sintió el calor y el cuidado que tanto le habían faltado en los últimos días.
Otro golpe a su orgullo
En la universidad evitaba encontrarse con Aliona, pero ella actuaba como si nada hubiera pasado. Después de clase, se iba tomada de la mano de Konstantin, susurrándole al oído antes de desaparecer con él.
Pavel comprendió que sus palabras no habían sido solo una excusa. Para ella, él había sido solo un entretenimiento pasajero, un reemplazo hasta que llegara una opción más conveniente.
Ese pensamiento dejó un amargo sabor en su alma.
Y unos días después, se encontró con otra prueba.
— Pavel, ¡ven a mi fiesta de cumpleaños! —se le acercó Tamara, una de las estudiantes más bellas del grupo.
Pero, ¿sería esta una oportunidad real… o una nueva trampa?







